¿Existe algo más importante que la Ley y la Gracia?
¿Existe algo más importante que la Ley y la Gracia?
Desde una perspectiva bíblica, reformada y
confesional, la respuesta debe ser un rotundo y a la vez matizado no. No
existe nada más importante que la Ley y la Gracia, porque en la correcta
comprensión y proclamación de estas dos realidades se encuentra el Evangelio
mismo y la totalidad del consejo de Dios.
- La Ley Reducida: Cuando la Ley de
Dios se reduce simplemente a un instrumento para llevar al pecador a la
convicción (su segundo uso, o usus theologicus), y se olvida su
primer uso (el usus politicus, como freno para la sociedad) y,
crucialmente, su tercer uso (el usus normativus, como guía para la
vida del creyente), entonces la fe se vuelve abstracta. La Ley de Dios, en
su plenitud, nos da el marco para la justicia, la ética, la familia, el
arte, el gobierno y toda la vida. Es la sabiduría de Dios para el
florecimiento humano. Cuando solo la usamos para decir "eres
pecador", pero no para enseñar "así es como se vive para la
gloria de Dios", la vaciamos de su poder para hablar a la cultura.
- La Gracia Reducida: De igual
manera, si la Gracia es presentada únicamente como un "boleto para el
cielo", un mero escape de la condenación sin un poder transformador
para la vida presente, se convierte en lo que Bonhoeffer llamó
"gracia barata". La Gracia de Dios en Cristo no solo nos
justifica, sino que nos adopta en una familia (la Iglesia), nos santifica
por el Espíritu y nos comisiona para ser sal y luz en este mundo.
La Gracia no nos saca del mundo, nos envía al mundo con un propósito
redentor (Juan 17:15-18).
- Él es la encarnación de la Gracia y la Verdad (Juan
1:14, 17).
- La Escatología: El pastor tiene una
agudeza notable al conectar esto con la escatología. Una escatología
pesimista y escapista (típicamente asociada con el dispensacionalismo
premilenialista que ha dominado el evangelicalismo) enseña a la Iglesia a
esperar la derrota y a anhelar el "rapto" para huir de un mundo
en inevitable decadencia. En contraste, una escatología de victoria (sea
amilenial o postmilenial, como ha sido común en la historia presbiteriana)
entiende que el Evangelio es el poder de Dios para la salvación y que el
Reino de Cristo avanza en la historia a través de la predicación de la
Palabra y la obra del Espíritu en Su Iglesia. Esta visión inspira a
construir, a crear cultura, a luchar por la justicia y a aplicar la
Palabra de Dios a cada área de la vida, sabiendo que nuestro trabajo en el
Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).
- Una Gracia proclamada en su poder soberano, que no solo
perdona, sino que transforma, capacita y nos impulsa a reclamar cada área
de la cultura para Cristo.
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